Anna McNichol sabía cómo hacerse cargo de todo. Criada por una madre soltera, había trabajado para asegurarse de que sus tres hijos tuvieran todas las ventajas que ella no había tenido. Y aunque su matrimonio tenía problemas, valoraba el compromiso y creía en el «hasta que la muerte nos separe». Ahora, con sus hijos ya independizados, se encontraba en lo más alto de su carrera y lista para aprovechar esa oportunidad y centrarse en su futuro.
Pero la vida podía cambiar en un instante, y cuando su esposo murió repentinamente, el mundo que había construido con tanto esmero se derrumbó. La misteriosa joven que asistió al funeral confirmaba que su marido tenía secretos, y Anna estaba decidida a llegar a la verdad.
Por primera vez en su vida, no sabía qué hacer. Sus hijos sufrían por la muerte de su padre, la salud de su madre se estaba debilitando, y ella necesitaba respuestas. Asediada por un desafío tras otro, encontró apoyo en una fuente inesperada. Y, mientras recomponía su vida, entendió que, aunque los McNichol no fueran perfectos, siempre serían una familia. Y las familias eran para siempre.