Mendigo es una muestra suficiente de la poesía de Jesús Aguado, un acercamiento al que, sin miedo a exagerar, es uno de los más verdaderos poetas de nuestro tiempo: poeta antiguo y moderno a la vez, capaz de hacernos sonreír y capaz de emocionarnos con aquella táctica antigua e infalible de los poetas: hacernos protagonistas de sus cantos. Sus náufragos, sus enamorados de lo imposible, sus heridos, son piezas de un puzzle milagroso y afirmativo. Su poesía no sólo nos refleja y nos conmueve: también, y sobre todo, nos da aliento y fuerzas para la celebración de todo lo que, por el mero hecho de ser, nos celebra (Del prólogo de Juan Bonilla).