José Carlos Mariátegui (1894-1930) autor del ya clásico Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (editado también en Linkgua ediciones), fue uno de los más interesantes pensadores marxistas latinoamericanos.
Dueño de una prosa impecable y de una visión heterodoxa del marxismo, fue también un notable crítico literario. Sin embargo, la dimensión crítica de la obra de Mariátegui ha quedado un tanto relegada. Son pocos los estudios que hablen de la relación íntima que mantenía con la literatura, y de lo profundo de su pensamiento estético, reflejado a través de sus artículos críticos.
En este volumen de las Obras de José Carlos Mariátegui encontraremos la mirada crítica de Mariátegui. Nuestro autor tiene una mirada perspicaz que supo señalar las tendencias literarias más vanguardistas. Es también capaz de identificar y valorar a los escritores más importantes de su época.
En sus escritos reflexiona sobre el papel de la literatura, la relación entre el intelectual y la revolución, la articulación entre la vanguardia política y la vanguardia estética. Mariátegui enfatiza sobre la necesidad de un arte nuevo -acorde con el futuro revolucionario que despunta-. Su mirada no está limitada a simples exploraciones y conquistas formales, ni a describir la realidad mediante los parámetros de la estética realista.
Los artículos críticos de Mariátegui son una defensa apasionada de las vanguardias artísticas y muy especialmente del surrealismo o suprarrealismo. Destaca el potencial transformador del surrealismo debido a la confluencia entre sus objetivos estéticos y políticos y la coherencia de los mismos.
En este alegato se desprende una de sus concepciones más profundas sobre lo literario: su capacidad para revelar los aspectos escondidos o usurpados de la realidad. La verdad literaria es ofrecer una nueva lectura de la realidad. Mariátegui se libra del bastión de la burguesía, que no quiere que nadie cuestione su modo de representar el mundo.
Lo que interesa a Mariátegui en los surrealistas es la relación consecuente entre el artista y el hombre. Así analiza la ruptura con el racionalismo del pensamiento burgués.
Por otro lado, Maríátegui no reconoce una independencia absoluta del arte respecto de la política. Lo que no significa que el discurso político marque los derroteros de la labor del intelectual. Maríátegui subraya la indivisibilidad del espíritu del hombre y la consecuente coherencia entre su labor intelectual y su pensamiento político.