Por el bien del legado familiar, tenía que sellar un acuerdo matrimonial.
Con una esperanza de vida de seis meses, Jonathan Tarleton debía asegurar el negocio familiar con un matrimonio de conveniencia. Había persuadido a su guapa y eficiente secretaria, Lisette Stanhope, para que fuera su esposa, convencido de que su proposición no tenía nada que ver con el deseo de hacerla suya. Pero su compromiso iba a tener que superar una prueba de fuego. . .