San Juan de la Cruz (Fontiveros, 1542-Úbeda, 1591). España.
San Juan de la Cruz nació el 24 de junio de 1542, en Fontiveros (Ávila). Su padre, un humilde tejedor, murió seis años después y, en 1551, con nueve años de edad, Juan hubo de trasladarse con su madre y sus dos hermanos a Medina del Campo (Ávila). Allí recibió su primera instrucción, trabajó como aprendiz de diferentes oficios y ayudó en un hospital de beneficencia. En 1559, inició estudios de humanidades y latín en un colegio de jesuitas, hasta que, en 1563, entró en la orden del Carmelo, con el nombre de fray Juan de san Matías. Un año después, comenzará estudios de artes y teología en la Universidad de Salamanca y, en 1567, será ordenado sacerdote, con el nuevo nombre de fray Juan de la Cruz.
Teresa de Ávila y fray Juan de la Cruz se conocieron ya antes de esas fechas, en Medina del Campo. Su contacto derivó no sólo en una extensa amistad y un fructífero intercambio literario, sino que empujó a fray Juan a secundar, en la rama de los frailes, la reforma carmelita que ella había iniciado con las monjas. Quizá, Teresa (veintisiete años mayor que él) fue más activa en esta última tarea, pero fray Juan alcanzó mayores metas en lo intelectual y literario. Fray Juan de la Cruz fundó el primer convento de carmelitas descalzos en 1568, en Duruelo, y posteriormente influyó en otros centros, como los de Pastrana y Alcalá. Su nueva orden se caracterizaba por una acentuación de la contemplación y la austeridad. Pero su empeño reformador no fue un camino de rosas. La hasta entonces buena convivencia de carmelitas calzados y descalzos (o de la doctrina antigua) se fue convirtiendo en un creciente atosigamiento sobre estos últimos por parte del nuevo nuncio y de los mismos calzados.
A finales de 1577, fray Juan estaba ejerciendo como director espiritual de las monjas del convento carmelita descalzo de la Encarnación, en Ávila, adonde llegó por iniciativa de Teresa de Ávila. Allí es detenido por padres carmelitas calzados y conducido a una celda de encierro, en un convento de Toledo. Al igual que santa Teresa y fray Luis de León en su momento, san Juan de la Cruz fue cuestionado por los inquisidores y, tras ser acusado de apóstata, sufrió nueve meses de reclusión en dicho convento, y en condiciones cada vez más vejatorias y crueles. Durante este cautiverio empezará a escribir su principal obra poética, el Cántico espiritual.