Diego vivía con una herida; Elora le demostró que toda herida puede sanar.
A Diego Márquez le duele siempre la cabeza y tiene claro que es por culpa de Ángel, su padre. Lleva unos meses imponiéndole una condición: si quiere evitar que ceda a su nueva madrastra las acciones que le corresponden de la empresa familiar, deberá casarse en un breve plazo de tiempo. Algo bastante difícil, porque Diego no tiene el mejor carácter del mundo.
A él esto le parece un disparate, pero necesita salvar su negocio y, desesperado, le propone matrimonio a su empleada de hogar, Elora, convencido de que lo mandará a paseo. Sin embargo, la chica le promete pensarlo si él cumple su propia condición.
Un viaje a Mykonos, un convento, un detective privado medio chiflado, una monja muy particular y un padre angustiado completan esta historia llena de mensajes positivos, de atardeceres y de la luz del Mediterráneo.