Se veía diferente desde que era sólo un huevo, pero fue cuando salió de él que empezaron a llamarlo feo. Como era grande, no cabía en ningún lado; como lucía distinto, todos lo molestaban. Fue entonces que el patito feo decidió huir. . . Así comienza la travesía en la que descubrirá su verdadera naturaleza. El clásico de Andersen revisitado por la espléndida ilustradora Veronica Ruffato.